Uno: me pusieron una multa por exceso de velocidad. La semana pasada me llegó una carta a casa, donde me informaban muy cortésmente que había excedido la velocidad permitida en 8 km durante un tramo de 3 km, (vamos, lo que une Pelotilla del Polder con Pelotilla Vil) de los cuales me quitaron 5 km por cortesía, así que resumiendo, mi superturbo iba a 3 km más de los permitidos. Cantidad a pagar: 36 euros. Pos mu bien.
Dos: Algún subnormal pinchó las ruedas delanteras de la bici del tuli y la mía, que estaban estacionadas delante de nuestra casa. Así que nos hemos tirado dos semanas sin bici… una tragedia. Tengo que decir que mi pueblo algunos fines de semana por la noche alberga a más de un gilipollas haciendo lo propio… el año pasado por ejemplo apareció el buzón de mi vecina en medio de mi jardín, no sé, supongo que algún gili-tuli quiso comprobar eso de la teoría de la relatividad. Lo más gracioso es que yo no me di cuenta hasta dos semanas después…
Tres: Pude ver con mis propios ojos el modelazo pijamero-mañanero de la profesora de mi hija. Era algo así como encontrarse a Laura Ingalls en plena era moderna…. De hecho todos los niños fueron al taller de lectura en pijama, todos menos Sara, que dió la nota, claro… yo es que ni por un momento pensé la cosa iba a tener tanta aceptación, si lo llego a saber… voy yo en pijama a llevar a mi hija a la guarde, que ganas no me faltan!
Cuatro: Por enésima vez consecutiva pisé una caca de perro colocada estratégicamente delante de la puerta del supermercado. Vamos a ver… Seguramente todos vosotros habréis pisado alguna vez una caca de perro, bien. Lo que no os habrá pasado es pisar una caca de perro una vez a la semana mínimo. Bueno, en mi pueblo bucólico-idílico-pastoril eso no es sólo posible sino más que probable… No hay cosa que más me moleste y me asquee que encontrarme mierda perruna. Bueno, sí… pisarla y notar como mi zapato se va hundiendo lentamente en el excremento de turno que te deja apestando hasta llegar a casa… No entiendo que la gente que tenga perro sea tan guarra de dejarlos cagar libremente en la vía publica, esa que todos pagamos para que esté limpia… Seguramente esa gente no dejará que sus perros defequen delante de la puerta de sus propias casas o en sus jardines, no… para qué, si ya están las casas de los demás para tal menester. Si hay algún lector que tenga perro y haga eso, por favor, que se lo haga mirar… Yo ya le he dicho al tuli que aquí deberíamos hacer lo que hicieron en Brunete, que me pareció de lo más brillante. De hecho creo que voy a escribir una carta al ayuntamiento con la misma propuesta, aquí os la dejo:
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/06/03/madrid/1370261485_892691.html