sábado, 9 de enero de 2010
Charlar por charlar
Quienes me conocen bien saben que no soy precisamente una amante de las charlas casuales y espontáneas con desconocidos que se producen en un autobús, tren, avión o cualquier tipo de transporte (incluyendo el ascensor). Sí, llamadme rarita pero no hay cosa que me fastidie más que tener que darle charla a alguien cuando puedo ir leyendo un libro, escuchando música o simplemente estar mirando por la ventana. Por suerte para algunos hay gente con un alto grado de socialización como mi hermana o el tuli que son de esas personas a las que les encanta darle al palique porque según ellos, así el tiempo se les pasa más rápido (o simplemente porque les gusta socializar). En fin, por supuesto, como era de esperar, me volvió a pasar en el avión de vuelta a Holanda. En el trayecto Palma-Madrid me tocó pasillo y el asiento de en medio quedó libre, qué suerte. Sí, eso pensé yo hasta que la tía que estaba en la ventana empezó a hacer cosas raras...Cuando menos me lo espero detecto que tiene sus narices metidas en el periódico que estoy leyendo. Ver a un desconocido alargando su cuello hasta límites insospechados para husmear en tu lectura no tiene precio... Me quedo mirándola como diciendo "¿qué haces?" y me suelta un: "Qué fuerte lo que ha pasado en China, ¿eh?". Y yo :"Sí, sí" en mi tono de voz más seco para que se de cuenta de que quiero leer tranquila el periódico. Obviamente no lo pilla y sigue dándole al bombo gerombo, enlazando frases inconexas para poder empezar a contarme su vida. Hay que ver lo que da de si China, pienso yo... Increíble la argucia de algunos para relacionar el uso de la inyección letal con sus vacaciones en Canarias... Milagrosamente fui salvada de la situación por un elemento inesperado llamado "turbulencias". Se ve que produjeron un efecto de descarga catatónica en mi amiga, que mirando al frente y en completo silencio se agarró al asiento como si estuviera poseída y no volvió a abrir la boca hasta el aterrizaje. Benditas turbulencias...
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4 comentarios:
Son vampiros emocionales que te comen la cabeza y te "xuclan" la energía. Es decir, vulgares comedores de cabeza.
no comento nada. paso de ser un rollero.
Lo se Ali, xuclan y xuclan.Lomalo es que yo al final me dejo xuclar...
Qué pena Romeo, con lo que te gusta a tí dar charla a la gente...
Que gracia lo que cuentas...
tienes un estilo muy gracioso...
Me ha recordado uno de los libros de mi admirada Amelie Nothomb llamado "Cosmetica del enemigo"... Sucede en un aeropuerto, uno de esos parasitos comunicativos se le engancha al protagonista y no lo suelta!!!
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