
España: En España te dan cita para cuando "se pueda". Eso puede llevarte un par de días. La telefonista te pide los datos y te da una cita. Cuando acudes al médico, éste te pregunta que te pasa, tu le cuentas que crees que tienes una infección de orina y entonces te manda hacerte unos analisis que normalmente tardan una semana. Al cabo de una semana vuelves (con la infección en estado galopante) y entonces te da una receta. Vas a la farmacia, compras los antibióticos y si la infección no remite repites el procedimiento "again and again" (esto a groso modo). Ha pasado una semana y media.
Holanda: La telefonista te pide los datos y a continuación ejerce el papel de médico y te pregunta qué te pasa. Tú se lo cuentas pensando que trata de ser amable. Error. A continuación te dice que para eso no te va a dar cita con el médico. Te pide que le lleves una muestra de orina antes de las 11:00 (es decir, que ni siquiera importa que sea la de la primera hora). Como tu no tienes un botecito estéril de esos, le preguntas amablemente dónde puedes conseguir uno y ella te responde que hagas pipí en cualquier bote que tengas por casa, vamos, como si es el de pepinillos. Momento de confusión. Finalmente se accede a ello (no queda otra) y se le lleva el bote con la orina a la telefonista (con la esperanza de que tenga un título, como mínimo de enfermera). Al cabo de un par de horas recibes su llamada confirmando la infección. A continuación vas a la farmacia a recoger los antibióticos que estan a tu nombre. Comienzas el tratamiento el mismo día. Si la infección no remite, no debes volver a llamar, limítate a beber mucha agua y comer arándanos (literal). Han pasado 4 horas. Eso sí, ni rastro del médico y a saber dónde estará el bote de pepinillos...
Conclusión: quizás hubiera sido mejor tomarme las hierbas croatas...