
La cuestión es que últimamente he tenido muchos problemas de estómago y entre que los zumos de naranja que me recetan aquí ya no ayudan y que además ya he ido 4 veces al centro de salud, han decidido que soy una cansina y me han mandado al gastroenterólogo, que alegría, qué alboroto...
Mi amiga Renate me espera en la puerta porque el tuli no me puede acompañar, subimos a la primera planta y esperamos a que me llamen. Sale una enfermera que dice: "Mevrouw Rodriqüez". Ya ni me molesto en corregirle. Le pregunto si Renate puede pasar conmigo (para darme apoyo moral y esas cosas) y entramos en la sala del terror. Allí hay dos enfermeras y el Sr. del Gastroscopio, desde ahora denominado "el monstruo del cable". Una de las enfermeras me explica en qué va a consistir la prueba. Según ella (yo no lo tengo tan claro) me van a meter este cable por la boca hasta el estómago y yo tengo que estar tranquila (a ver cómo se come eso...) En esos momentos me acuerdo de mi amiga Mariví que ayer me decía que el cable era más fino que el de un ratón de ordenador...cuando la vea se va a enterar...Me empieza a entrar un sudor frío y mientras una enfermera me da algo para adormecer la garganta la otra me coge de la mano (signo inequívoco de que esto va a ser un martirio). Durante dos minutos (los mas eternos de mi vida) estuvo el monstruo del cable urgando en mi estómago. Yo por supuesto en mi versión más dramática: dando arcadas, al borde del histerismo y pegando manotazos a la pobre enfermera. Menos mal que estaba Renate, una cara amiga :) Después del suplicio (no se me ocurre otro nombre mejor) el médico me dice que todo está "netjes"(=bien limpito) pero que tengo que proteger a mi estómago tomando omeprazol e intentar no estresarme (buff, eso va ser difícil). Salimos de la consulta, yo con la garganta hecha polvo y con la firme intención de empezar con las clases de yoga... menudo martes!