
Ayer sábado decidimos ir a Harderwijk a conocer a Lise. Salimos de casa con un sol radiante y ahí en la calle estaba mi amiga la garza. La garza que guarda nuestra calle, que no se asusta de nadie y que se pasea como si fuera el sereno. No pertenece a nadie pero cada mañana se coloca delante del hotelito que está a 30 metros de la puerta de nuestra casa y ahí se queda hasta el mediodía. Después desaparece y no vuelve hasta el día siguiente. No me canso de mirarla.
Después de una odisea de viaje (resulta que están haciendo obras en las vías del tren) llegamos a casa de mis cuñados. Pero nos encontramos la casa cerrada a cal y canto. Ni un alma... Le digo al tuli que no creo que se hayan ido a pasear. Digo yo que después de haber parido no creo que una esté para paseítos. Como nadie nos responde al timbre ni al teléfono, decidimos llamar a mis suegros, que de vez en cuando ejercen de Paco Lobatón. Mi suegra nos dice que es que están haciendo la siesta, que de 12:00 a 15:00 todos los días tienen que dormir, lógicamente, recalca. Sí, a mi se me queda la misma cara de pasta de boniato que a vosotros. En primer lugar, la siesta es nuestra y en segundo lugar, no dura tres horas...y en tercer lugar, ya que me pongo, lo de lógicamente no lo entiendo yo muy bien. Digo yo que dependerá de lo que el bebé le deje dormir a la madre, doy por hecho que durante los primeros meses un bebé no sigue una rutina. Siempre he pensado que las mamás duermen cuando el cuerpo se lo pide y no de 12 a 15:00 necesariamente. Pero a lo mejor me equivoco. Mujeres embarazadas o madres, manifestaos y sacadme de esta duda existencial. La cuestión es que tuvimos que esperar media hora(menos mal que se nos ocurrió llegar a las 14:30) para ver a Lise. La espera mereció la pena. Qué guapa, no creeis? Y además con mucho pelo, a lo español, olé. Me hacen mucha gracia las costumbres holandesas. Primero, el nombre del bebé no se puede saber hasta el día en que nace. En eso ellos flipan con nosotros. Segundo, lo de adornar la casa es todo un arte,banderitas por toda la casa, globos, a veces hasta he visto una cigueña, empotrada en algún cristal de la casa. Es genial. También nos sirven beschuit con bolitas de anís, de color azul o rosa dependiendo del sexo del recien nacido.
Me hizo muy feliz conocer a Lise. Aunque ahora tengo un vacío un tanto difícil de llenar, por lo menos me quitó un poquito la tristeza.