martes, 29 de septiembre de 2009

Leiden

El domingo pasado fue el último día de sol, eso dijeron por la tele. Psicosis colectiva y éxodo masivo hacia el exterior para disfrutar de los últimos rayos de sol, antes de entrar en el oscuro mundo del invierno y convertirnos nuevamente en translúcidos gólumes. De verdad, cada vez que escucho aquí eso de :"Hoy es el último día de sol" y veo a las manadas jolandias abarrotarse en el parque y las terrazas, me da por pensar en el fin del mundo... Y nada, que para no ser menos, decidimos unirnos a la histeria colectiva y nos fuimos a Leiden. La idea era hacer una ruta por las diferentes granjas de la zona, granjas que se suponía iban a estar abiertas para ofrecer sus productos y poder catarlos, claro. Pero justo en domingo estaban cerradas... una lástima (más que nada por lo de catar) pero de todas formas nos los pasamos de lo lindo. La verdad es que hizo un día fantástico, hicimos una vuelta de unos 35-40 kilómetros por la campiña tulipana. Yo me iba parando para hacer fotos de vez en cuando aunque según el tuli deberíamos definir lo de "de vez en cuando". Claro, es que ya os he contado que la bici es una alargación del tuli... eso de bajarse y volverse a subir no va con él. Y luego está lo de la velocidad, que si soy muy lenta, que si "vamos amor!", que si le duele el cuello por girarse para ver dónde estoy (digo yo que no es necesario ganar el Tour de France) En fin, como diría mi amigo Arthur: "Esto es el matrimonio" :) Bueno, a lo que iba, que cada vez me gusta más el campo, sobretodo cuando una ve esas granjas que quitan el hipo... sí, soñar es gratis. Acabamos la ruta en la histórica ciudad de Leiden que, por cierto, me encantó. Es como Ámsterdam pero en pequeño y con mucha, mucha vida. Habrá que buscar casa por aquí también. He colgado más fotos en Flickr. Y aquí os dejo un video de una misión imposible que nos encontramos por el camino.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La alargación del ser jolandio

La agenda aquí en Holanda viene a ser como el anillo a Golum, es decir, imprescindible. Sin agenda no eres nadie. Comencé a fijarme en este pequeño detalle nada más llegar a la planície y hoy, un año y medio después lo puedo confirmar: La agenda es una alargación del ser jolandio. Todo lo apuntan ahí, y cuando digo todo, es TODO: teléfonos, cumpleaños, citas con el médico, la familia, amigos, el borrel de la oficina, la lista de la compra, las vacaciones, los deberes de la escuela...(digo yo que la agenda será de tapas duras para aguantar la cantidad de papel...) Es más, hay quien me ha confesado que tiene tres agendas diferentes: una para las cosas de trabajo, otra para las familiares y otra para los eventos sociales, madre mía, que estrés... Si además quieres quedar con alguien, tendrás que pasar primero por el beneplácito de la agenda. Eso de "¿hacemos un cine mañana?" aquí no se estila. Pueden pasar hasta tres semanas para tener un hueco libre en tu agenda, en pocas palabras: olvídate de hacer planes a corto plazo... yo todavía no lo entiendo muy bien. De verdad, no sé como hasta a día de hoy he podido sobrevivir sin agenda (y sigo sin ella)

domingo, 20 de septiembre de 2009

viernes, 18 de septiembre de 2009

Resaca

Ayer me fui de cena con mis alumnos (con los de la academia, tranquilos, que son todos mayores de edad :) y bueno, pues lo típico, que si un vinito por aquí, que si un mojito por allá... y claro, pasa lo que pasa, que una se lo pasa pipa pero al día siguiente ni el Iscomar puede con ella. A ver, y tampoco es que bebiera mucho, pero claro, acostumbrada a mis horarios honoratos y a mi escasa agenda social nocturna, pues nada, eso, que se nota la falta de práctica. Eso, o que estoy mayor... Para más inri, cuando nos retiramos cada mochuelo a su olivo (a eso de la 1:30, sí sí, reiros pero es que aquí se sale pronto y se vuelve pronto también, no es que seamos un grupo de jubilados...) me dirigí a mi bici, y oh! nada más subirme, se rompe la cadena... @:"!!#~X!... Me tuve que ir caminando y con la bici a rastras hasta casa. Tardé una media hora larga y por el camino me iba encontrando a la creme de la creme de la ciudad...vaya paseíto. Esta mañana he llevado la bici al fietsenmaker que ya me recibe con los brazos abiertos, claro no me extraña, debo ser su mejor cliente... En fín, que me voy a por la botella de mi vida, es decir, la de agua :)

lunes, 14 de septiembre de 2009

domingo, 13 de septiembre de 2009

Texel

Ayer nos dio por ahí y nos fuimos a Texel, (Teksel en frisón, pronunciado 'Tessel' en holandés) la isla frisia más grande, al norte de Holanda. Es una pequeña isla de unos 20 km de largo y 8 km de ancho, ideal para recorrérsela en bici. Pues allá que nos plantamos los tulis. Nos despertamos temprano, en nuestra linea "honorata", metimos las bicis en el tren dirección a Den Helder y una vez allí cogimos el barco rumbo a la isla. Tardamos en total unas 2 horas en llegar desde Amsterdam. Nada más pisar tierra, a mi me entró un hambre canina y decidimos ir al pueblo de Den Hoorn a comer, pese a las quejas del tuli, que quería iniciar la ruta inmediatamente. De verdad, cómo son estos holandeses, nacieron con la bici pegada al culo... Pero yo, sin reservas calóricas me niego a pedalear kms y kms... Al final me salí con la mía y comimos, a las 12:30, lo normal por estas tierras: sopa de calabaza y un bocadillo "sano": espinacas con pimiento rojo, tomates y pipas de girasol aderezado con pesto. Estaba riquísimo.Yo me hubiera quedado un rato más porque los postres prometían pero el tuli ya se estaba impacientando. Así que nos subimos a las bicis e iniciamos la ruta hacia las dunas. Espectacular. Además es que casi no había un alma, para nuestro regocijo. Dunas interminables, bosques de pinos y playas larguísimas. En la gloria. Nos paramos, bueno, me paré yo porque al tuli no hay quien le baje de la bici, a recoger moras silvestres (uy, esto ha quedado muy flander) y finalmente acabamos la excursión en Den Burg, el pueblo más grande de la isla. Allí estaban concentrados todos los guiris, así que nos dimos una vuelta rápida y volvimos al ferry, donde a una niña casi se la comen las gaviotas. Y para muestra, un vídeo:

viernes, 11 de septiembre de 2009

El veranillo de San Martín

¿...o es el de San Miguel? No sé, el caso es que ha llegado también a la planicie. Increíble pero cierto. Justo cuando yo ya había guardado todas las camisetas de tirantes y vestidos (que me habré puesto aquí en Holanda tres veces contadas, dicho sea de paso) Da igual, alegría pa'l cuerpo y recarga de vitamina D, que aquí nos hace falta. Aprovechando el buen tiempo y dado que el tuli y yo queremos mudarnos cuanto antes y lo más lejos posible de los Tokkies, decidimos ir hace un par de días a ver unas casas en Assendelft. Assendelft es un pueblo que está al noroeste de Amsterdam, en realidad el pueblo en sí mismo es una calle larguísima (de unos 7 km) y con un paisaje de polderes muy chulo: se observa a la perfección que el suelo está más alto y más seco que en el resto de la zona. Pero para de contar. Ni un bar abierto y cuatro gatos por LA calle... Decidimos ir hasta Assendelft en bici porque, según el tuli, estaba cerca y así podríamos ver lo que tardábamos desde Amsterdam al pueblo, en caso de que decidieramos mudarnos a esa zona. Lo de cerca es relativo y más si viene del tuli. 18 kilómetros de ida y 18 de vuelta que nos metimos entre pecho y espalda, eso sin contar el desvío que hicimos de unos 4 km porque el tuli "se despistó"(ahora se le llama así a perderse...) Si tienes el viento a tu favor, es un paseo pero como tengas el viento de cara, ya puede hacer buen tiempo, que te acuerdas de la estirpe de San Miguel, San Martin o San Tulipan... Adivinad. Pue sí, viento de cara, que listos sois... Yo ya me estaba imaginando haciendo el equivalente camino de Santiago en bici en invierno con su lluvia, su frío, su nieve... Eso y que el pueblo no es la alegría de la huerta, que digamos, fueron determinantes para descartarlo como posible futura residencia... La semana que viene toca Alkmaar. Tengo buenas vibraciones!