
Bueno, como lo prometido es deuda os voy a contar la última situación surrealista a la que una servidora se ha tenido que enfrentar, con la colaboración especial del tuli, por supuesto. Os pongo en situación: miércoles pasado, 9:00 de la mañana, sola en casa, concretamente en la cama, sobando. Me despierto, me hago un café y me vuelvo a la cama, que para eso tengo vacaciones de otoño. Enciendo el ordenador y me pongo a leer el periódico. De repente escucho un ruido extraño y me doy cuenta, horrorizada, de que alguien está intentando abrir la puerta de casa. Se que el tuli no es porque está en Harderwijk. Presa del pánico, pego un salto, cojo instintivamente lo primero que tengo a mano, esto es, un bote de desodorante Sanex Vitamin E y me coloco detrás de la puerta de nuestro cuarto con el corazón en un puño. Pasan unos segundos hasta que la puerta se abre y escucho una voz desconocida que dice: "Halooo" En esos momentos mi lógica(esa gran desconocida) me lleva a pensar que un ladrón no saluda cuando entra a robar y tímidamente asomo mi matojo de pelos de recién salida de la cama por detrás de la puerta, y para mi sorpresa veo a nuestro agente inmobiliario (el incompetente, a partir de ahora), seguido de dos hombres. Yo no sé quién está más asustado, si yo o ellos al verme con mi pijama, mis pelos y el bote de desodorante aún en la mano. Recuperada ya e intentando dejar el desodorante disimuladamente en algún lado, me cuenta el incompetente que ha venido con dos obreros a medir el apartamento para su posterior reforma y que ahora además van a venir los nuevos propietarios. Hala, venga, éramos pocos y parió la abuela. Mi sangre comienza a revolucionarse y super cabreada le digo que NO, que qué es esto de aparecer así, abrir la puerta de MI casa e invadir MI intimidad. Ni os digo cómo estaba la casa, parecía el campamento de la Paca y ahora que lo pienso tuve hasta suerte, podría haber estado en la ducha o en pelotilla brava. Los tres me miran como si yo estuviera loca y el agente me dice que había quedado así con mi marido. Mi marido. #!!x*^!! Furibunda y acordándome de la estirpe de los tulis llamo al que se denomina mi marido que felizmente me responde al teléfono. Pues resulta que MI marido se había olvidado de chequear sus emails (que novedad) y con ello de la cita matutina de la que yo estaba siendo víctima. Así que sin comerlo ni beberlo tuve que presenciar en pijama cómo seis desconocidos husmeaban por toda la casa. Eso sí, al tuli no le hablé en todo el día.